Y se hace inevitable la pregunta: si un grupo de seres humanos es tan poderoso para movilizar el aparato judicial de un país y efectuar una guerra jurídica en contra de un candidato inocente a presidente e inculparlo de un cargo ridículo, ¿no es capaz ese mismo grupo de agitar las bandas criminales para aniquilar la seguridad ciudadana?
Para aquel ajeno a la realidad del Brasil, es por poco imposible comprender por qué Jair Bolsonaro, un extremista de derecha favorable a la instalación de una dictadura, conquistó la presidencia de ese país. Pero hubiera sido relativamente fácil, para cualquiera que haya visitado o habitado las tierras del pentacampeón del fútbol mundial días antes de las elecciones, prever el triunfo del fascista hoy a cargo de la sexta economía del planeta. La ubicación geográfica correcta también permitiría entender el triunfo de Hitler en Alemania, de Trump en Estados Unidos, de Uribe en Colombia, de Salvini en Italia…
En «Die Welle», la obra de cine alemán de Dennis Gansel y que impactó al mundo en 2008, se recrea el ejercicio por el profesor Ron Jones efectuado, en 1967, en la escuela Cubberley High School in Palo Alto, California, con el que demostró que una dictadura al estilo Nazi podría reimplantarse sin encontrarse con muchos obstáculos, en los principales países avanzados. El hecho de que hoy se vea el resurgimiento de este tipo de líderes a nivel global no es más que una muestra, la enésima, de la capacidad que tiene elartede prever los hechos del mundo.
Pero si es de ser cierto que un director pone una parte y el espectador la otra, la experiencia del visionado de “The Man In The High Castle” es impactante por su capacidad de hacer ver el mundo hoy sufrido.
Prime Video, la plataforma de retransmisión digital parte del gigante corporativo propiedad de Jeff Bezos, ha acatado las reglas impuestas por su principal contrincante y gran pionero en el área, todo en su afán de competir por coronarse en la cima de la nueva industria. Netflix, por descartar cualquier atisbo de duda, inició trabajando como coequipero de los grandes estudios, ofreciendo sus títulos más emblemáticos, atractivos e impactantes, a la par de ir creando un contenido propio capaz de generar fidelidad.
Amazon encontró en la floreciente tecnología explotada con éxito por el nuevo gigante del valle de la silicona el gancho perfecto para agraciar a sus compradores. Su plataforma nació a la vida como un premio a los fieles miembros del gigante de la distribución. Por un tiempo pareció ese iba a ser su destino. Pero, posiblemente impulsados por la envidia al notar el éxito arrollador obtenido por “House Of Cards” en sus primeras temporadas, se enfrasca la compañía en la creación de un contenido que valorice su marca y sea capaz de atraer ingente cantidad de nuevos miembros.
«The Man In The High Castle». Prime Video.
Pocos tan visionarios como el escritor Philip K. Dick. Sus relatos cortos hechos grandes largometrajes, “Blade Runner” y “Minority Report”, lo hacen merecedor con creces de tan anhelado adjetivo. Pero la obra de Prime Video lo consagra como una especie de iluminado capaz de entender los destinos de nuestra especie, tal y como si un escribano de Dios se tratara. Y es que los hechos impulsando toda la historia es un mundo imaginario donde los alemanes, con el Partido Nacionalsocialista a la cabeza, vencieron en la Segunda Guerra Mundial y se apoderaron del planeta. En ese espacio fantasioso, los Estados Unidos se dividen en dos grandes hemisferios: el oriental dominado por el régimen alemán y uno occidental controlado por una facción del imperio japonés. Hablar de una historia con esa trama en primer término, en pleno retorno de las extremas derechas xenofóbicas y fascistas en el país más grande de América y alrededor de Europa, hacen sobrantes a las palabras.