Un enigma trocado en un laberinto, a cuyos pasillos siempre han caído en la tentación de entrar a deambular las mentes más inquisitivas de la especie humana. Algunas de ellas, inspiradas y dotadas de un ingenio envidiable, han divisado la luz que desde la salida emana; pero ninguna, jamás, ha tenido la astucia suficiente para caminar hasta ella y rebasar la puerta. La razón detrás de la riqueza de las naciones conserva hoy, inmodificable y a doscientos años de haber nacido la ciencia encargada de descifrar las variables de la ecuación, su característica de incógnita.
A la perspectiva del foráneo las extravagancias del local le resaltan. Para el que a estas está habituado, su existencia son mera cotidianidad. El alejamiento cultural del Dalái lama de Occidente lo ubicó en un lugar desde el cual poder descifrar a toda esa civilización en una pequeña frase: una sociedad enfrascada en adquirir bienes materiales que no necesita, deseoso de impresionar con ellos a personas que no conoce. Desde la inserción del capitalismo en la humanidad el desarrollo económico se ha traducido en enriquecimiento monetario infinito, en poseer desde lo básico hasta lo innecesario, transformando los lujos en hechos de la vida imprescindibles.
