Durante un tiempo, el par de palabras “The Corporation” fueron de la más tecleadas en el buscador de Google. Los internautas marcándolas esperaban hallar el famoso documental de Mark Achbar, Joel Bakan y Jennifer Abbott, un filme indagando en la profundidad del impacto causado por los más grandes conglomerados mundiales. La obra, una merecedora de su fama y prestigio, es una recomendación garantizada. Pero es necesario rescatar un momento poderoso del metraje, uno poco citado y celebrado por sus más fervientes entusiastas.
Carleton Brown, presentado en el filme como corredor de materias primas, permite vislumbrar en una breve frase la simpleza en la esencia del capitalismo moderno al desnudar con sus palabras el real objetivo de este: el afán de lucro. Acorde al Broker, el impacto al divisar el par de aviones derrumbando las torres gemelas (un crimen descrito como el más “horroroso jamás visto”), produjo en él una urgente preocupación: el mercado. “Dios mío -se inquiría Brown en ese momento-, ¿a cuánto habrá subido el oro?”. Ninguna preocupación le produjo la desgracia atosigando a sus conciudadanos, compatriotas y colegas; pues, al ver las construcciones en llamas una inmensa calma lo invadía al saber que “todos sus clientes” habían adquirido posiciones en el metal precioso.
