«Pero últimamente siento que llegué tarde, que lo mejor ya pasó». Las palabras daban inicio a toda una nueva era en la televisión, a una revolución cultural impredecible que explotó en la pantalla chica. Tony Soprano, líder indiscutible de la mafia de New Jersey en la serie de HBO «The Sopranos», recogía en su quejido el doloroso sentir de toda una nación. En mucho, de casi todo ciudadano del mundo. Comparada con el estilo de vida y tipo de sociedad habitada por nuestros antepasados inmediatos en sus años más productivos, la era actual parece un pequeño apocalipsis.
«Cuando tú preguntas por qué Estados Unidos es el mejor país en el mundo, no tengo la más mínima puta idea de qué estás hablando». El presentador de noticias Will McAvoy, personaje principal de otra serie de HBO, «The Newsroom», declamaba una larga lista de indicadores como sustento asesino destinado a finiquitar, de una vez por todas, la vida de una de las mentiras más grandes de nuestra era. «Pero seguro que lo fuímos -continúa el vociferante periodista-. Nos parabamos a defender lo correcto, Peleabamos por las razones exactas, pasamos y derrocamos leyes por razones morales. Peleamos guerras contra la pobreza, no contra los pobres. Nos sacrificamos, nos preocupamos por nuestros vecinos, apoyamos lo que creíamos y nunca nos vanagloriamos por ello. Construimos cosas grandiosas. Creamos tecnología impía y exploramos el universo. Curamos enfermedades. Cultivamos los artistas más grandes del mundo y la mejor economía. Aspiramos a las estrellas». Palabras denotando un sentimiento general indicando una marcada creencia en que el pasado fue mejor.
