¿Las profecías de Pearl Jam?

Ya sea el cine usando la música para crear una emoción, o la música haciendo gala del cine para impactar con un mensaje, el resultado no se altera por el orden. Pearl Jam hizo cine con sus videos y fueron proféticos en cada postura tomada. El problema es que no se están escuchando.

La década de los noventa se liga por completo a una marca: MTV. El canal de música transformó su industria y elevó su nombre hasta convertirlo en una religión. Una veintena de artistas musicales con sus obras audiovisuales de promoción acompañando sus canciones fueron la razón de tan inmenso éxito. En un mundo donde la suerte de un disco estaba ligada a la calidad de los videos musicales, Guns N’ Roses, Nirvana, Michael Jackson, Madonna, consiguieron conquistar verdaderas cimas artísticas con sus promocionales.

El nuevo mecanismo de la industria fue tan exitoso que algunas fueron verdaderas piezas cinematográficas realizadas por directores celebrados en el séptimo arte (Martin Scorsese dirigió «Bad» de Michael Jackson, Gus Van Sant lo hizo con «Under the Bridge» de los Red Hot Chili Peppers, y Brian de Palma tomó las riendas en «Dancing in the Dark» de Bruce Springsteen) o por algunos directores encaminados a convertirse en cineastas de renombre ante la cinefilia mundial (David Fincher hizo “Janie’s Got a Gun” de Aerosmith, Michael Bay realizó para Meat Loaf “I’d Do Anything For Love (But I Won’t Do That)” y Spike Jonze dirigió “100%” de Sonic Youth).

«Jeremy» de Pearl Jam. (Click en la imagen para ver el video)
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¿Los fanáticos unidos jamás serán vencidos?

No es iluso soñar con una revolución de los consumidores.

Las palabras de Yanis Varoufakis son tan relevantes para analizar el mundo actual como unas señales indicativas en medio de un laberinto indescifrable. Las plasmadas en su columna para Project Syndicate, «El fútbol lleva al capitalismo fuera de la cancha«, enfrentan al lector con el patetismo en extremo alcanzado por la sociedad moderna. En su artículo sobresale un párrafo de exquisita calidad, una pieza de análisis nacido en un momento de inspiración máxima, una cima intelectual de posible conquista solo por aquellos dotados con inteligencia y conocimiento. Según el ex ministro de finanzas griego…

Agachamos la cabeza ante banqueros que casi hicieron estallar el capitalismo, rescatándolos a costa de los ciudadanos más débiles. Hicimos la vista gorda a la evasión al por mayor de impuestos corporativos y las ventas de ocasión de los activos públicos. Aceptamos como natural el empobrecimiento de los sistemas de salud y educación públicos, el desaliento de los trabajadores ante contratos de cero horas, los comedores populares, los desalojos y los abismales niveles de desigualdad. Miramos impasibles el secuestro de nuestras democracias y la eliminación de nuestra privacidad por parte de las Grandes Tecnológicas. Todo esto lo pudimos soportar. ¿Pero un plan que acabará con el fútbol tal como lo conocemos? Jamás.

Yace ahí, en pocas líneas, la descripción más cruda de una época por poco incomprensible. Los hechos hacen tentador el darle la razón a Borges en su concepto sobre el fútbol, la sociedad y la estupidez. Porque la fuerza de lo escrito por el economista invita a la reflexión y el ejercicio contemplativo despierta una duda posterior: ¿En qué se ha convertido este mero entretenimiento? ¿Dejó de ser un deporte para mutar en algo más?

Yanis Varoufakis
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¿Quién paga por el 2020?

¿Quién paga por el 2020 ? ¿Por las muertes, el tiempo, el desastre social? Todos, en silencio, clausurados en los hogares, aguantando hambre, asumiendo deudas impagables, esperando volver a una normalidad que tarde o temprano pondrá a todo el planeta en esta situación de nuevo, al ser la normalidad la causante de crear este epílogo del desastre.

«Pero últimamente siento que llegué tarde, que lo mejor ya pasó». Las palabras daban inicio a toda una nueva era en la televisión, a una revolución cultural impredecible que explotó en la pantalla chica. Tony Soprano, líder indiscutible de la mafia de New Jersey en la serie de HBO «The Sopranos», recogía en su quejido el doloroso sentir de toda una nación. En mucho, de casi todo ciudadano del mundo. Comparada con el estilo de vida y tipo de sociedad habitada por nuestros antepasados inmediatos en sus años más productivos, la era actual parece un pequeño apocalipsis.

«Cuando tú preguntas por qué Estados Unidos es el mejor país en el mundo, no tengo la más mínima puta idea de qué estás hablando». El presentador de noticias Will McAvoy, personaje principal de otra serie de HBO, «The Newsroom», declamaba una larga lista de indicadores como sustento asesino destinado a finiquitar, de una vez por todas, la vida de una de las mentiras más grandes de nuestra era. «Pero seguro que lo fuímos -continúa el vociferante periodista-. Nos parabamos a defender lo correcto, Peleabamos por las razones exactas, pasamos y derrocamos leyes por razones morales. Peleamos guerras contra la pobreza, no contra los pobres. Nos sacrificamos, nos preocupamos por nuestros vecinos, apoyamos lo que creíamos y nunca nos vanagloriamos por ello. Construimos cosas grandiosas. Creamos tecnología impía y exploramos el universo. Curamos enfermedades. Cultivamos los artistas más grandes del mundo y la mejor economía. Aspiramos a las estrellas». Palabras denotando un sentimiento general indicando una marcada creencia en que el pasado fue mejor.

Tony Soprano.
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