¿La hora del Estado Inversionista? Parte IV.

PARTE I PARTE II PARTE III

La riqueza social se produce, en mayoritarios porcentajes, en organizaciones humanas conocidas como empresas. La misión de cualquier Estado Inversionista, por definición, es engendrar más de éstas, financiando su existencia, pero esforzándose por que las que por él sean instauradas se conviertan en unas más dinámicas, innovadoras y arriesgadas, además de capaces de adaptarse a las demandas por la coyuntura impuestas. Corporaciones realmente ecológicas son de una urgencia imperante, por ofrecer un ejemplo, siendo necesario impulsar emprendimientos provocadores de radicales transformaciones en los modos de producción de variadas áreas de la economía moderna como la alimentación, el transporte, el sector inmobiliario, la vestimenta, la infraestructura vial, entre un largo etcétera.

La capacidad de las empresas para transformar la sociedad es tan abrumadora como esperanzadora, siendo su poder de destrucción tan aterrador como ilusionante su fuerza reparadora. La concepción de “democratización del capital”, el derecho a una asignación para inversión para todos los ciudadanos, proyecta un mundo con un sistema económico más funcional a las necesidades humanas y menos enfocado a los privilegios del capital. La constante creación de nuevas empresas produce una real competencia entre los productores, siendo obligados a incrementos constantes de productividad, de innovaciones, de reducción de precios en lo ofrecido y, más importante, de mejores compensaciones a sus trabajadores. La competencia complica el dominio del mercado por pocos actores, evitando los dañinos monopolios y la peligrosa concentración de la riqueza, tan tangible en la economía moderna.

Corporaciones
Sigue leyendo

¿Ya no es Juan Guaidó el presidente de Venezuela?

«Como es de todos conocido, Colombia, junto con varios países de América Latina y el resto del mundo, no reconoce y, por ende, no tiene relaciones diplomáticas con el régimen dictatorial de Nicolás Maduro«. Con tal frase el gobierno de ese país trataba de justificar una controversial solicitud a ser presentada. “Un juez competente solicitará la extradición de la ex congresista Aida Merlano -se continuaba explicando desde las instancias oficiales- ante el legítimo Gobierno de Venezuela, en cabeza de Juan Guaidó». El indicio de ser una movida maquiavélica destinada al fracaso no pasó desapercibida, habido el nulo deseo del gobierno de Colombia por ver aterrizar sobre su territorio a Merlano, puesto que con el retorno a su país como prófuga de la justicia arrimaba también su confesión sobre su participación en el tejemaneje de corrupción enredando a un gran aliado del partido gobernante. Aun así, la ridiculez de la puesta en escena fue inolvidable.

En fecha tan cercana como el 5 de enero del año en curso titulaba Infobae: “Estados Unidos respaldó la ratificación de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela”. La lógica indicaría que, en idéntica actitud a la del gobierno colombiano, al momento de necesitar un incremento en la producción petrolera del país caribeño la delegación de alto nivel del presidente Joseph Biden le extendería tal solicitud al gobernante por ellos reconocido. Pero la geopolítica y, mucho más, la geoeconomía, es un abundante manantial de hipocresía, traiciones y apostasías. Ya es conocido el encuentro de alto nivel entre los delegados del gobierno Demócrata de los Estados Unidos y los representantes del presidente venezolano Nicolás Maduro, siendo que, para no pocos, no haya pasado desapercibido tremenda transformación política, toda una revolución, ocurrida en el país sudamericano en el transcurso de las pocas horas habidas entre el anochecer y el amanecer. Producto de tal encuentro, el mundo entero se fue a dormir convencido de la existencia de una dictadura dominando un régimen despótico en Venezuela al mando de Nicolás Maduro, para al despertar encontrarse con titulares resaltando una democracia al mando del presidente de Venezuela, con cabeza en… el mismo Nicolás Maduro.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, participa en una reunión con miembros del Foro de Sao Paulo en Caracas. REUTERS/Manaure Quintero/
Sigue leyendo

¿Para qué la propaganda?

El relato de la vida de los grandes humanos se difumina siempre entre un mito o la realidad. Del pasado se ha compartido que Iósif Stalin, encabezando una reunión con los más altos mandos del politburó, manifestó una fuerte frustración a sus subalternos al replicar: “denme una industria el diez por ciento de poderosa de lo que es Hollywood y convierto al mundo entero al comunismo”. La existencia de tal sentencia es un enigma aún a descifrar, pero de haber ocurrido ésta debió haberse presentado en aquellos días en que, como titula el diario.es de España, se vivió un “fugaz romance entre Hollywood y la Unión Soviética”.

Las páginas escritas por Michael S. Shull, en su libro Hollywood War Films 1937-1945, reseñan aquella época con un minucioso repaso de las producciones hollywoodenses durante la confrontación bélica más dolorosa: la Segunda Guerra Mundial. En sus párrafos disecciona obras como «Song of Russia», filme retratando una valerosa colaboración entre los norteamericanos y los rusos para combatir el nazismo, dando espacio para presenciar el nacimiento del amor entre dos ciudadanos de cada país; otra cinta digna de su estudio es «The North Star», producción que exhibe a las granjas colectivas rusas como un paradisiaco lugar; y, una última por citar, «The Boys From Stalingrad», filme donde un grupo de niños rusos heroicamente enfrentan al poderoso y horroroso régimen alemán.

Joseph Stalin
Sigue leyendo

Deuda externa, ¿el más imperdonable de los crímenes?

El IBBC es un banco. Su objetivo no es controlar el conflicto, es controlar la deuda que produce el conflicto. Verás, el valor de un conflicto, el valor real, está en la deuda que produce. Tú controlas la deuda, controlas todo… Encuentras esto molesto, ¿cierto? Pero esta es la esencia pura de la industria bancaria, convertirnos a todos, ya seamos naciones o individuos, en esclavos de la deuda.

The International, de Tom Tykwer

El albor de un nuevo milenio no ha contraído muestras extensivas de comportamientos más civilizados. Las promesas antecediendo una nueva era, proyectando un despertar de la conciencia, se han conservado intactas en su condición de meros sueños. La realidad exhibe cómo las desgracias humanas no desaparecen, tan solo mutan o evolucionan. La opresión antaño ejercida por el amo esclavista ha transmutado en mensajes propagandísticos delineadores del comportamiento a favor de sus herederos. Se ha entendido que un esclavo conocedor de su condición es un revolucionario en potencia; uno que se ha logrado manipular hasta hacerlo feliz de su situación es una maquina lista para ser explotada por la máquina de producción.

La fuerza de la deuda externa se sotierra detrás de su condición de factor contable de las finanzas del mundo globalizado. Su esencia es ser el látigo magullando las espaldas de los más vulnerables al interior de las más corrompidas naciones y sostener la pirámide en cuya cima se habita con los más escandalosos privilegios. Su enorme extensión impide ver, demasiadas veces, la mano de aquel azotando y la parte alta de la construcción, escondida ésta detrás de las más blancas nubes. La deuda externa, como la bautiza uno de sus más bravos inquisidores, el argentino Alejandro Olmos, es la más grande de las estafas.

Aleksandr Naumovich Zak
Sigue leyendo

¿Es «The Walking Dead» un manifiesto?

Las cinco primeras temporadas de la producción de AMC fueron un elixir audiovisual orgásmico. Las críticas feroces recibidas por las siguientes entregas son todas merecidas. En sus inicios, incluso, como pieza de entretenimiento se permitió cimas consideradas inconquistables en su tiempo. Por rememorar la máxima, en algún momento hubo más televisores en los Estados Unidos encendidos viendo a los caminantes de la serie que a los corredores del fútbol americano del NBC’s Sunday Night Football. Nunca antes se había derrocado así al rey de la grilla televisiva.

Y es tentador explicar la magnitud de tan inmenso éxito excavando en la profundidades de sus fotogramas. Porque disfrutar de «The Walking Dead» como una serie de zombies es perderse la esencia de toda su puesta en escena. Es que su metraje, desarrollado dentro de una de las instituciones más capitalistas de nuestro tiempo, la televisiva norteamericana, es la crítica más sutil y elaborada de una nación que sabe ha dejado sus mejores momentos atrás. Y lo hace con la grandeza de los genios: de manera subrepticia, sembrando ideas en las mentes de los espectadores, sin ellos siquiera notarlo, promoviendo un cambio de patrones de comportamiento a futuro. En el pasado, los escritores de Hollywood, vetados por el establecimiento más conservador, se encontraban impedidos a desarrollar en su arte sus ideas más heterodoxas con tranquilidad, siendo forzados a actuar a través de la sugestión y explayando, en el trasfondo de la pantalla, sus posturas más radicales.

Sigue leyendo

¿Por qué CNN emboscó a Álvaro Uribe Vélez?

El uso de la palabra pronunciada por el ex presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez, durante su entrevista con Fernando del Rincón para CNN en Español, denunciando no haber sido invitado a dialogar y sí emboscado para interrogar, parece fue uno muy preciso. El tono de indagatoria y la actitud de investigador inquisitivo utilizados por el periodista (más presentador) de la famosa cadena estadounidense, tomó desprevenido al antiguo primer mandatario quien, sustentado en hechos pasados, esperaba una amena charla con un aliado de las causas de políticos situados a la derecha del espectro ideológico en América Latina. En breve, un profesional con cuestionarios poco fiscalizadores con los otros empleados de sus jefes.

Fue hace poco que el mismo del Rincón tuvo en su set al heredero más fiel del líder del Centro Democrático. En su entrevista de 2020, y en una anterior en 2018, la camarería y buen ambiente fue la constante durante el intercambio de palabras con Iván Duque. Tal mesura en su interpelación no fue producto de falta de temas candentes, complicados o controversiales: las elecciones ganadas con fotocopias o los asesinatos a líderes sociales, por ejemplo, habrían sido un par de tópicos cuya aparición arruinaría dos conversaciones desenvueltas con toda cordialidad y calma. Pero es que tal calidez y armonía era producto de que en aquellos momentos los vientos no volaban en direcciones encontradas. En otras palabras, en aquellos tiempos el uribismo no había traicionado a los dueños de la CNN.

Fernando del Rincón. Foto de Enrique Menacho.
Sigue leyendo

¿Es Colombia un Estado Canalla?

Noam Chomsky generó un caos en el mundo político en 1991 al presentar «Miedo a la democracia». Su lectura llevó a un descubrimiento impactante por lo inesperado, aunque controversial por la excelencia con la que está sustentado. El lingüista construyó con cada párrafo un poderoso argumento, posibilitando sustentar una tesis alucinante y opuesta a la creencia más generalizada, pero cuya concatenada exposición obliga al lector a concordar con los alegatos finales del autor: Estados Unidos, sentenció él, aborrece el sistema político que busca expandir por el mundo entero. Ama el prestigio por él otorgado, por supuesto; la legitimidad frente a las naciones ofrecida al promoverlo, indudable; la posición de superioridad otorgada con respecto a otras sociedades imposibilitadas a organizarse bajo sus formas, indubitable esto. Pero no soporta de él su característica primordial: la entrega del poder.

Su análisis se ciñe con agudeza a estudiar el gobierno del presidente republicano e ídolo del conservadurismo estadounidense: el señor Ronald Reagan. Su conclusión de su mandato es tajante: «durante ocho años, el gobierno de los Estados Unidos funcionó virtualmente sin un primer ejecutivo». Su opinión sobre el quehacer del actor convertido en líder político fue aún más controversial: «el deber de Reagan era sonreír, leer los textos del teleapuntador con voz agradable, contar unos cuantos chistes y mantener el auditorio oportunamente confuso». Para el académico, Reagan «parecía disfrutar de la experiencia» de ser presidente, a pesar de los horrores ocurridos durante su mandato. Pero, «en realidad, no es asunto suyo si los jefes dejan montones de cuerpos mutilados en los vertederos de los escuadrones de la muerte en El Salvador o cientos de miles de personas sin hogar en las calles».

Noam Chomsky
Noam Chomsky
Sigue leyendo

¿Por qué se gasta en armas durante una pandemia?

Denunciaba el europarlamentario socialista francés Daniel Cohn-Bendit en 2013, en su espacio por excelencia, en el pleno del Parlamento Europeo, la hipocresía de sus colegas con respecto a una Grecia en bancarrota. Su crítica fue demoledora por lo certera: a la par que los poderosos del Viejo Continente exigían al país heleno una considerable reducción en sus gastos para solventar los problemas de deudas y déficit, no escatimaban esfuerzos para convencerlo de adquirir fragatas, aviones y helicópteros franceses por cerca de 3.000 millones de euros, además de submarinos alemanes por 1.000 millones de euros más. Poco más de un lustro después, en pleno 2021, sin haber superado la debacle a la que sucumbió la nación consecuencia de las hipotecas subprime de 2007, con el Sars-Cov-2 arrinconando a su economía hasta empujarla al precipicio, el gobierno griego defiende la adquisición de aviones franceses Rafale por 2.500 millones de dólares. Podría parecer una excepción a la regla, una pésima tradición de los gobernantes a cargo del país mediterráneo; pero el hecho encuentra un exacto reflejo al otro lado del planeta: en Colombia, un país sufriendo una de sus peores crisis económicas en toda su historia republicana, incrementada por las consecuencias de la pandemia de salud global, su gobierno se afana por comprar cuatro aviones F-16 de Lockheed Martin buscando con desespero 4.000 millones de dólares, que no tiene, para adquirirlos. 

En ambos casos se sustentó la controversial transacción con justificaciones calcadas: para los griegos las amenazas de su vecino Turquía eran anuncios de un conflicto inminente y se requería un notorio fortalecimiento de sus fuerzas de seguridad nacional. En la región sudamericana, el gobierno colombiano considera a su vecino, Venezuela, el centro del terrorismo mundial y un villano planeando invadir su territorio en un plazo breve, obligándolo a poseer las nuevas armas. «Son una estrategia de defensa nacional», postulan desde las altas esferas. Pero la realidad parece ser muy distante: todo indica es un gran negocio, repartiendo jugosas primas de ganancia entre políticos, consultores, analistas y militares, todos con regular presencia en los medios de comunicación más masivos, repitiendo un cacareado discurso de sufrir la peor debacle nacional en caso de no poseer ese equipo. ¿Qué es más fácil de creer? ¿Que los personajes promoviendo las compras son ciudadanos desinteresados preocupados por el futuro de todos; o que son comisionistas de esa venta esperando una ganancia masiva por su realización?

Sigue leyendo

¿Es inevitable una Tercera Guerra Mundial?

No es en silencio como un imperio muere. Como un vetusto gigante rehusándose a abandonar el trono, las grandes construcciones políticas de la humanidad, en el ocaso de su hegemonía, gastan su último aliento tratando de impedir lo inevitable: su derrocamiento. Tucídides lo estipuló como si de una trampa se tratara: ningún Estado cede el puesto de privilegio en el teatro mundial sin luchar una guerra. Un grito final en una batalla perdida, las patadas del ahogado antes del aliento final, el acto de desespero que agota todas las fuerzas previo a ver convertido en realidad lo indeseable.

Estados Unidos forjó el más grande imperio de la humanidad en 1945. Sus posibles competidores eran unas sociedades en ruinas (Europa después de la Segunda Guerra Mundial) o atrasadas economías sin un futuro prometedor (Asia era una gran civilización rural y empobrecida). Pero como Ícaro, voló demasiado cerca al sol y su inmensa sombra nubló a la civilización entera. Nail Fergusson ofreció una nueva lectura a la historia del siglo XX en su glorioso libro: «La Guerra Del Mundo», sustentando con su análisis que la segunda mitad de la centuria fue aquella que vería el derrumbe no solo del gran imperio occidental, sino de toda su civilización.

Niall Ferguson. Foto The Berggruen Institute
Sigue leyendo

¿Quién le teme a las «noticias falsas»?

«El hombre que no lee es una persona más educada que la persona que no lee nada más que los periódicos». Fueron las manos de Thomas Jefferson, flamante padre fundador de la democracia en los Estados Unidos, las encargadas de unir tal conjunto de palabras a ser inmortalizadas en tan fascinante frase. Y radica ahí una sabiduría subrepticia, capaz de destruir en un santiamén el mito de sufrir en exclusiva en esta era de fenómenos atemorizantes como la posverdad y las fake news. La idea de habitar en un nuevo y oscuro periodo de la evolución humana en el que se esparcen noticias alejadas de la realidad, al que se ve abocada la especie producto del esparcimiento a todos los rincones del globo de Internet, es, tragicómicamente, tal vez, el mito y la mentira más grandes de estos días.

Las noticias falsas son tan antiguas como las noticias mismas. «La libertad de la imprenta es la libertad del dueño de la imprenta», aleccionaba con exactitud el ex presidente Rafael Correa. «La opinión pública es la opinión de los dueños de los medios de comunicación», ilustraba Ignacio Ramonet, experto en la materia, durante una de sus poderosas conferencias sobre el tópico. Jonathan Albright, Director de Investigación del Tow Center for Digital Journalism de la Universidad de Columbia, define este tipo de información como «Un contenido que puede ser viral y que muchas veces está sacado de contexto. Está relacionado con la desinformación y la propaganda, y se asemeja a un engaño intencional». Obedeciendo a ese concepto, se acierta el calificar los mitos de la colonización de América por parte de los europeos como una poderosa operación de noticias falsas para justificar el saqueo y legitimar la barbarie, la explotación del nuevo mundo por parte de la llamada civilización.

Sigue leyendo